Y una violeta llenó
el alma de la tarde.
Morían llenos de clamor los sotos,
y érase en aquel rincón exiguo,
un misterioso malestar ambiguo
de dichas y de ayes muy remotos.
¡Oh, cartas!…, en el cenador contiguo
las dalias recordaron nuestros votos
cual si se condolieran de los rotos
castillos blancos de papel antiguo…
La tarde saturóse en la glorieta,
de tu pañuelo suave de violeta;
al par que sugiriendo tus agravios,
veló el cielo, como alma de reproche,
la violeta cordial que aquella noche
suspendí de la gracia de tus labios.
(1 votes, average: 5.00 out of 5)
Versos similares:
- El poeta a caballo ¡Qué tranquilidad violeta, Por el sendero, a la tarde! A caballo va el poeta… ¡Qué tranquilidad violeta! La dulce brisa del río, Olorosa a junco […]...
- Vera violeta En pos de su nivel se lanza el río Por el gran desnivel de los breñales; El aire es vendaval, y hay vendavales Por la […]...
- El herido – Dame, tu pañuelo, hermana, que vengo muy mal herido. -Dime qué pañuelo quieres, si el rosa o color de olivo. -Quiero un pañuelo bordado, […]...
- Anima clemens Palomas lilas entre los alcores, gemían tus nostalgias inspiradas; y en las ciénagas, de astro ensangrentadas, corearon su maitín roncos tenores. En los castillos y […]...
- Retrato con la prodigiosa banda La prodigiosa banda en la glorieta Levanta de pronto el aire del año veinte Y sopla entre las cintas blancas De la esbelta muchacha por […]...
- Soneto del amor Que se de ti sino lo que dijiste Aquella tarde simple y paralela En que el amor que hicimos desprolijos Dio a luz la senda […]...
- Hacia el poema Las manos desatadas por un soplo inhumano regresan en las noches, las auroras, los días, ánforas que trasnochan sobre láminas frías y fiebre que congela […]...
- Ciudadano No sé de dónde viene mi costumbre de agravarme a las siete de la tarde. Quizá sólo por ser un transeúnte sin bigote o pañuelo, […]...
- Las campanas solariegas Infelix o semper, oves, pecus… Virgilio La muerte del pastor Balada eglógica I Se lo dijo a la fontana el llanto de una aldeana; ya […]...
- Rambla de los moros a Fernando Montes Bajo el amparo antiguo de una encina, a su sombra que es luz, paz y memoria, miro las mariposas indecisas, el sueño […]...
- Re re elección Vuelven a traernos sopa Pan no porque es lunes y las tostadas las comen los guardias con manteca fresca que le roban al lechero Piedra […]...
- Hay tardes más tristes Hay tardes más tristes que las señoras que aman a Dios tienen la intensidad de la llovizna y su capa de agua en el patio […]...
- Letrilla xii El pañuelo ¡Oh don de mi amada, Regalo sin precio, Prenda de mi vida, Oh fino pañuelo! En tu hermosa orla Imprimo mil besos, Y […]...
- “te busco” Esos castillos de pasión de tus senos me esperan Ya mi corazón late incontrolable por tu presencia El sabor de tus bellos botones de rosa […]...
- Jardines galantes (iv) Pues que han abierto ésta tarde las rosas de tu terraza, deja que ponga mis labios sobre tus labios, amada. Tengo fragantes mis manos para […]...
- Tal vez en la torre A Orfila Bardesio Tal vez en la torre una renuncia el pañuelo Blanco de los ojos ampliando lapsos Se oye la fatiga cual vedada plegaria […]...
- Billete de ida o vuelta Al nacido en aldea lo cría el horizonte y se lo lleva un tren cualquiera cualquier tarde. Su sencillo equipaje es una certidumbre: que la […]...
- Apunte de una tarde Que otros canten las armas y a los héroes, los abismos del ser o la complejidad del universo. Dejadme a mí que diga la gracia […]...
- Canto (vii) Sólo nombraste el bosque que te vistió de niño Su alegre arboladura Su tenebra de musgo Por eso es que volver Regresar en el soplo […]...
- Tristeza dulce del campo La tarde viene cayendo. De las praderas segadas Llega un suave olor a heno. Los pinares se han dormido. Sobre la colina, el cielo Es […]...
- Avernus Tú que has entrado en mi imperio como feroz dentellada, demonia trasnasolada con romas garras de imperio, ¡infiérname en el cauterio voraz de tus ojos […]...
- La canción del regreso Mañana violeta. Voy por la pista alegre Con el suave perfume Del retamal distante. En el cielo hay una Guirnalda triste. Lejana duerme La ciudad […]...
- Tenue rumor de túnicas que pasan ¡Tenue rumor de túnicas que pasan Sobre la infértil tierra! … ¡Y lágrimas sonoras De las campanas viejas! Las ascuas mortecinas Del horizonte humean… Blancos […]...
- El mensaje perdido Se lo ha llevado el viento, esa mano de olvido, el pequeño mensaje que quedara en la puerta; se fue sobrevolando, como ebrio o perdido, […]...
- Idilio La sombra de una nube sobre el césped recula… Aclara entre montañas rosas la carretera Por donde un coche antiguo, de tintinante mula, Llena de […]...
- El beso de safo Más pulidos que el mármol transparente, más blancos que los blancos vellocinos, se anudan los dos cuerpos femeninos en un grupo escultórico y ardiente. Ancas […]...
- Urraca tejedora Cae la tarde y las urracas pueblan el aire con su indescifrable coreografía: Una trenza de hilos negros y blancos que vela o resalta la […]...
- El ángel de carbón Feo, de hollín y fango. ¡No verte! Antes, de nieve, áureo, en trineo por mi alma. Cuajados pinos. Pendientes. Y ahora por las cocheras, de […]...
- La abuela Se puso tan mañosa al alba fría, la cerrada de puertas, la absoluta de espaldas, cosiéndose un pañuelo que nadie conocía. Se bajó bien los […]...
- Volver Sin saber por qué, has vuelto, Y miras la tarde soleada: la misma enredadera verde, Las flores junto al muro, la verja de hierro carcomido, […]...