¡Eres niña! De la vida
No probaste los engaños,
Que para tus verde años
La existencia es el amor.
Tranquila y adormecida,
En tu mundo de ilusiones,
No sabes de las pasiones
El afán devorador.
En esa edad de placeres
Dulcemente embriagado,
Dichoso y enajenado
Niño aun, gocé también.
Y en la esperanza ilusoria
De mis pueriles amores,
Perdí mis años mejores
Tras aquel soñado Edén.
Ríe y goza descuidada
Que en esa edad de ventura,
No hay tormentos ni amargura
Que agiten el corazón.
Si hay amor, es dulce y blando
Y de sueños se alimenta,
Y por sus placeres cuenta
Las horas de su pasión.
Mas, luego, cuando a tus ojos
Asome de amor el llanto,
Vendrá el triste desencanto
De ese mundo engañador;
Y verás que desparece
Cual relámpago improviso
El mentido paraíso
Con sus jardines en flor.
Ese prisma, que el aliento
De las pasiones empaña,
Con imágenes te engaña
Cubiertas de gasa y tul.
Así deslumbra tus ojos
Con ilusiones distintas,
Entre caprichosas tintas
De nácar, oro y azul.
¡Ay! ojalá no murieran
Con desventurados fines
Las risueñas esperanzas
De tus diez y seis abriles.
Pero es fuerza que troquemos
Los encantados jardines
Y los sueños de oro y nácar
Por realidades terribles.
Es fuerza que el soplo muera
De los céfiros sutiles
Porque el nebuloso invierno
La lumbre del sol eclipse.
Esto es preciso; pero antes
Que los pesares marchiten
La tersura de tu frente
Que de inocencia sonríe:
Antes que sueños impuros
Entre deseos febriles
Ahuyenten del casto pecho
La pureza que en él vive,
Baja al sepulcro, inocente,
Inmaculada y sublime,
Con tus bellas ilusiones,
Con tu corona de virgen.