Aún se estremece y se yergue y amenaza con su espada
Cubre el pecho destrozado su rojo y mellado escudo
Hunde en la sombra infinita su mirada
Y en sus labios expirantes cesa el canto heroico y rudo.
Los dos Cuervos silenciosos ven de lejos su agonía
Y al guerrero las sombras alas tienden
Y la noche de sus alas, a los ojos del guerrero, resplandece como el día
Y hacia el pálido horizonte reposado vuelo emprenden.