Aireada y cristalina como tu belleza/ el agua/ cae/ y
Corre a lo largo de las calles/ de la ciudad donde
anduvimos juntos/ y donde todavía a menudo creo
verte/ como una sombra transcurrir bajo los portales.
Delfín Prats
Desde los portales la lluvia anunciaba la próxima estación
Cuando finalmente aparecías. Este verano se ha vuelto primavera.
Dice un viejo mientras ve llover a cánticos
Sobre los tejados de esta ciudad que no aguarda
En tanto transcurre el agua de los comienzos recién nacida
Para nunca acabar. Haciendo grande mi silencio
La contemplación de la mujer que mira
La ruina de su peinado en las vidrieras
Y la burla de los muchachos jugándose la vida en cada gesto.
Penetrando las magníficas figuras en el aire
Se pasan los cigarrillos como libélulas
Entre los poderosos brazos. Y un hombre confinado
A calentarse las manos en los bolsillos piensa:
Obra del demonio esas volutas de humo…
A lo lejos el reloj del campanario recuerda que no vendrás.
Seguro sospechas de mí que me duele la lluvia en los huesos.
Que le he visto brillar sobre el asfalto y perderse en los drenajes
Sin llegar a anunciar tus pasos en el agua
Mientras existe la noche como existió otras veces
Tu deseo hecho arena sobre la piel mojada
Dominando en mínimas combinaciones las torres levantadas
Por tus manos que poco a poco terminaban
De un golpe convertidas en cáliz
Donde las salvajes ménades sacian la sed
Dioniso navega en la embriaguez de los vinos
Y la ingrávida luz se abre caminos en el aire.
Noche de los narcisos en que la lluvia fue nuestra mejor aliada.
La apetecida lluvia
Colmando la extensión poderosa que te lleva
y te trae.
Ya dan más de las diez. No hay luna esta noche.
La lluvia continúa cayendo sobre el fuego.
Y el fuego lentamente se apaga bajo la lluvia.
No estás para hacer menos este aguacero infernal.
Este deseo de verte aparecer contra todo pronóstico
sin excusas
Con una luz de agua en los ojos
Como si la lluvia no fuera nuestra más íntima enemiga.