Juguetes rotos por
la resaca violenta de la vida, colillas
azotadas por el viento, cuando la soledad
se apodera del mundo, y un dolor
en mí, de ti – más grande, madre,
que mis días-, sobre un tráfico
mudo, nocturnamente instala
su sordo abismo dentro,
dejando esa fractura del adiós
en que te busco.