Se imagina el silencio entornando los ojos: la memoria
Revela una apariencia distinta
Donde la noche deshace los encajes del agua.
Con tesón de marea que rompe un sosiego de siglos,
La tarde se espesa igual que la bruma:
Se abre paso, con urgencia, una inquietud de yeso.
Solitarias, las gaviotas fragmentan la plaza vacía,
Inmóviles a veces, como bóvedas dañadas.
Las hojas huyen movidas por el aire
Y un olor a puerto remansa en la mente
Desolación con mugre de taberna
Y pátina de naufragio.
Así la vida.
Así la luz extraña de lo muerto.
Hay quien vende claveles
O quien vidria su voz en saudade de fado.
Las palabras no deciden
El temblor que envuelve a las cosas
Ni el aire viciado del garito
Donde tú, yo y otros tantos turistas
Mantenemos vínculos escasos con el mundo.