Risueña como el cielo y, como el cielo,
Dueña del sol, las nubes y la brisa;
Delgada como el ala que, remisa,
Traza la espira de su limpio vuelo.
Orto y ocaso en mi puntual desvelo,
Aroma que en la rosa se improvisa,
Esbozo de la luz en la imprecisa
Sombra que invade y ciñe el desconsuelo.
Podrá pasar el flujo de los años
Sobre el helado yermo de un martirio,
Podrán cesar los grandes desengaños,
Pero estarán latentes, cada hora,
La firme certidumbre y el delirio
De quererte mañana como ahora.