Hull

Ca va. Ca n’en va plus
Las calles empinadas, el pavimento ajado y quebrado.
Para morir a una altura insuficiente. Las gaviotas otorgan ilusión de costa
Los autos de los sajones, de muchos caballos de fuerza,
Cruzan el agua turbia del río para gastarse unos dóllars en cerveza.
Porque aquí circula el trago en los boliches chicos, se puede comprar incluso el domingo por la noche

Los exploradores, los traficantes de armas y abalorios daban a los indios aguardiente.
Lo vimos en un wéstern

Ontario y Quebec. Ottawa aquí Hull allá, partidos por el río.
Los puentes son amplios y de pronto cambia el tono de las construcciones.
Los inmigrantes latinos comentan: “Es como estar en nuestras calles. De bolas”

El país se saca la ropa deportiva y deja colgar una provincia como un brazo el hemipléjico.
Se ven papeles y murallas rayadas. Florecen fuera de las casas las flores étnicas
Los ingleses borrarán estos estigmas con vastos planes de demolición y construcción

Según se llega desaparecen los cabellos claros. Se acorta la estatura de la gente.
Un inglés dice “y el lenguaje se hace poco menos que incomprensible”

Un hombre de piel curtida desciende una cuesta en Hull con un vaso de café de máquina,
Cuidando de no vaciar el contenido
En Latinoamérica, los hacendados mestizos mandan a sus hijos a estudiar economía a Harvard, Princeton y Yale.


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Poema Hull - Jorge Etcheverry