Plumas de sal en la cueva del jinete.
Los huesos se astillan en la casilla de correo.
Hay que tener constancia de la pérdida
Para atestiguar en el juzgado del lobo.
Todos fuimos carne alguna vez
Carne atascada en el lavatorio de las moscas.
La nodriza esconde a su cría
En el purgatorio del reuma.
Los estigmas nacen del primer beso umbilical.
Hemos dejado paso a las abejas exotéricas.
Partidos al medio, purificados por el cólera
Expropiamos el hambre de la última intrusa.
(De “Calles Asiáticas”)
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