A los hermanos Edwin y Noel Alcántara
En la memoria del verano
Reposa este pueblo mío de Esquipulas,
Yacen
En los zurrones de las nubes
Inmóviles recuerdos
Como penosas piedras
Desnudas de los ríos.
Esta es la tierra,
Del encuentro
Y la partida,
Precipicio desvanecido en el silencio.
Antes
De las calles
Adoquinadas
Antes
De la agencia bancaria
Y del primer médico del pueblo
Se dieron la mano
El verbo y la parábola
Apareciendo la imagen
Rasguñada y piadosa
Del Señor de Esquipulas
Que te dio su nombre,
Aquel
Cristo Negro
De viajera fe,
Impartiendo procesiones
Todos los eneros.
Pueblo,
Mi pueblo.
Depositario de mi ombligo,
Lucero inmemorial
De la exposición
De mis sueños,
Carne geográfica
De mis primeros pasos
Por el mundo,
Leñosa vertiente
Del reencuentro con los amores perdidos,
Ángulo de la dispersión
Y semilla
Y fruto
De alegrías compartidas.
A ti vuelvo
Para reincidir en la partida,
Para aprender
De la dinastía canicular
De tus agostos solariegos,
A ti vuelvo
Fastidiado de la electricidad,
De los mudos
Semáforos sin vacas,
De la falsa eternidad
Disolvente
De entelequia y podredumbre.
¡Qué saludable es devolverle
A cada pulmón tu aire!
Encaramar la soledad
En tus montañas,
Y decirle a tus fantasmas
Que no serás uno de ellos.
Es bueno hacer contacto
Con tus amaneceres,
Bordear la luna
Desde cualquier rendija casera,
Perderte en el
Viento negro de la noche
Que sólo permite
Verte a través de sus estrellas.