Soy fiel a la iguana del trópico,
A la noche y a las rendijas de las puertas;
Soy fiel al memorable oleaje de la hierbabuena
Y a las ventanas abiertas con afán perdurable.
Recuerdo la casa de mi infancia:
Ella tenía puertas de madera entrañable
Y un corazón donde latía el río.
Soy fiel a la luz que invade mi noche
Y a la memoria impregnada de espesura:
El tiempo hace sus propios tapices en el alma
Y la cunde de velámenes copiosos.
Como una hoja de hierro cae la noche:
Los suspiros quiebran la luna y las alas capitulan
En la misma habitación donde los ojos se apolillan.