Es siempre diez de abril

Es siempre diez de abril

Si el aire consagra con un error de palmeras

La confianza en los círculos polares

Pasada la línea de angustia en que los polos cambian su edad

Por los animales que agrandan con discreción los desiertos

Por la otra parte de la nieve

Hay veda según los cánones

Me diréis son axilas de algún ángel

Prestigiando cenizas de nieve en nombre del desvelo

Clima incapaz de obtener el aliento póstumo de los exploradores

No es hora ya de acontecer

El eco maternal de la limosna súbita

Alégrase la luz sin poderlo evitar

Aunque el cielo multiplique por tus ojos la posibilidad de estrellas

Quién eres tú podador del alba

Noticia sentada por conveniencia en la humareda de las rosas

Por la palabra me perteneces

Por la palabra donde existes

Por las junturas que desprenden el convenio del cielo en tus ojos

Pero si es siempre diez de abril

Y no hay condena para la luz en los pies del apóstol

Consagremos la sangre hecha llanura

Y el rocío que traduce el abismo de la trastienda de las flores

Mira En tanto al norte de este mar concluye el arpa

Alejándose en ángeles manumitidos aunque condenados a necesidades luminosas

La increíble leyenda de la sangre

Ceniza de nieves calientes a lomos de corzas que ignoran su otoño

Ven en tanto a salvarme de esta luna en la alcoba de los muertos

Y a darme el mérito de un confín de transparencias

Tengo tan sólo dos o tres palabras

Y una benigna prisa de latido

Acude en presto amor oh diez de abril

Antes de que todo sea resuelto en amapolas


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Poema Es siempre diez de abril - Luis Álvarez Piñer