En el marfil y el ébano, el tablero,
Cubriéndose de sombras diminutas
De escenarios erróneos,
Diametralmente expuestos,
Genera incógnitas sobre un destino,
Conquista las fronteras
Un rostro ajado y dolorido,
Con mirada profunda y penetrante,
Que abarca los contornos y asesina,
Apoderándose de espacios tibios.
Debajo de unos guantes colorados,
Unas manos marcadas,
Deambulan confundidas,
Entre el sudor y el miedo devastantes,
En busca de algún signo
Que resuelva en el arduo laberinto,
Todas las dudas del insomnio,
Y que devele en el espejo
Esa figura indefinida y gris
Como un metal pulido,
Enigmática, mística, acechante
Que intenta doblegarme.
Pero en este tablero solitario,
Donde manos marcadas dibujaron
Irreversibles movimientos,
Que han despoblado de esperanzas
Cualquier intento último,
Aparece un rival que se aproxima
Perfecto y fascinante,
Como un sétimo sello,
Con un designio claro, el de mi muerte.