¿Qué bien echas en falta si respiras,
Si cuelga en tu mirada la memoria
De aquel fuego?
No todos tuvieron
En las manos la dádiva del gozo
Que dejaste escapar, torpe mortal,
A sabiendas de que una vez tan sólo
Apoya su tibieza en nuestra puerta.
¿Qué desgracia te aturde si viviste?
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