El que inocente
la vida pasa
no necesita
morisca lanza,
fusco, ni corvos
arcos, ni aljaba
llena de flechas
envenenadas;
o a las regiones
que Hydaspe baña
o por las Syrtes
muy abrasadas,
o por el yermo
Cáucaso vaya.
Yo la sabina
selva cruzaba,
cantando amores
a mi adorada
Lálage, libre
de afán el alma,
por muy remoto
sitio, sin armas;
y un lobo fiero
me ve y se aparta.
Monstruo igual suyo
no tiene Daunia
en montes llenos
de encinas altas
ni los desiertos
de Mauritania,
donde leones
y tigres braman.
Ponme en los yertos
campos, do el aura
no goza estiva
ninguna planta:
lado del mundo,
región helada
que infestan vientos
y nubes pardas,
o en la que al rayo
del sol cercana,
de habitaciones
carece y aguas;
Lálage siempre
será mi amada:
dulce si ríe,
dulce si canta.
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