Siempre habrá un verso de Vallejo flotando en mi tristeza
Porque el anciano dolor ciego es el que más duele
El que más sabe
El que más dura.
Monta ágil y cabalga silencioso
Tendido sobre tierras y mares, cerros y arenas
Aferrado como lapa a siglos y segundos.
No hay retrato, fotografía, mapa ni aviso
Luminoso que lo muestre.
Se esconde, se esconde, siempre
Se esconde.
Se hace noche en lo oscuro, se vuelve día al clarear
A medio día es puro sol
Se confunde juguetón con el vientecillo de la tarde
Canta al oído una canción de cuna mientras salen las estrellas.
Lo comes al desayuno
Lo bebes con el agua, también con el vino,
Se sienta sobre tus piernas, lo acunas en tu pecho,
Te mira de reojo, te aguarda en cada esquina.
Al caer la noche y su cansancio te busca a tientas y
En la cama, se te cuela entre las sábanas gastadas.
Y, sólo a veces, con los ojos cerrados y con suerte,
Lo divisas sonriente, lozano y despejado,
A lo lejos, a lo lejos,
Instalado en la cabecera de tu cuerpo.