El huracÁn

El sol de los días antiguos
brilla como oro viejo en los muros gastados de la Memoria
El sabio azar diseña sus caminos con dedo caprichoso
Me hubiera gustado escribir para ti odas de fuego
capaces de lograr que la Tristeza se avergonzara
con la gracia de las muchachas antiguas
cuando eran atrapadas en una falta menor
Hubiera querido escribir para ti
con mano torpe
los primeros Poemas de soso deslumbramiento adolescente
Mas todo estuvo en manos del cuidadoso azar
Ahora que llueve
Ahora que la Historia está durmiendo
Ahora que me visito a mí mismo y puedo ver mi habitación más íntima
me pregunto y me contesto
¿Me habría gustado?

Me habría gustado
El día – pesado como un buey –
muele las horas en su hocico babeante
A lo lejos – no mucho – el relente del mar gris o verdoso
surcado por las olas
que golpean de frente la carcomida línea de la playa
Y el horizonte
atravesado por los autos veloces
que se hunden como balas enormes acribillando el malecón
¿Estás ahí?
¿Estás del otro lado del horizonte donde creo que estás?
¿Y si no fuera cierto que existes, que te he visto,
que he tocado tu carne y que he sentido tu sofocado aliento
gimiendo entrecortadas palabras de pasión y veneno?
¿Y si no fuera cierto que soñamos,
que planeamos la Huída hacia la isla, hacia el furor, hacia la tempestad?
Recordarás mis palabras de aquella tarde casi de despedida:
cuando te quieras ir no tienes más que decirlo sonriendo dulcemente:
yo sabré bendecir el aletazo de Dios sobre mi vida
Si todo fuera una ilusión
y más allá del huracán que violentó las casas de los pobres
no hubiese nada más no importa nada
El poema está aquí y ha valido la pena esta lenta muerte
: tanta verdad hay en el Sueño
: una verdad que no logran tapar
las cortinas raídas del insomnio y la lluvia
Ahora
los vientos que desgarran el farallón
entran con menos fuerza en la calma feliz de la bahía
Las blancas construcciones que coronan la loma
parecen levitar entre las palmas
Todo está en calma esperando otra vez el huracán
menos mi corazón mordido por tu imagen
: estrujado y ajado en las manos tornátiles del loco Amor
A lo lejos
en los cerros del sur
el viento tiembla
La columna de humo se adelgaza
Los pelícanos trazan su lento signo negro contra el cielo
El verde mar lame con blanca lengua el vientre rubio de la playa
Un rayo de sol rompe las densas nubes
Ilumina y blanquea el fosco farallón
: a sus pies se enternece la espuma
Se aduermen los pelícanos en su pesado vuelo
abandonados al arbitrio del viento
De repente las ráfagas: ramalazos de viento y lluvia espesa
Todo se enturbia
Oigo el bramido bruto del torvo mar: veo las olas perfilando su cresta
He olvidado las ciudades donde jamás estuviste conmigo
: las ciudades donde ya no estaremos
El Huracán apunta hacia mi corazón
Ya viene.


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Poema El huracÁn - Efraín Bartolomé