El fulgor (i)

En lo gris,
la tenue convicción del suicidio.

El verano tenía la piel húmeda.

Se pegaba secreta en los residuos
del paladar la sed.

Crecieron escondidas las arañas
envolviendo la voz en improbables
redes.

Pálidos
caían uno a uno los muñecos
abatidos del alba.
Acaso tú
con lento amor
los fueras destruyendo.

Se pega jadeante
la piel del aire
al cuerpo del durmiente.

No estoy. No estás.
No estamos. No estuvimos nunca
aquí donde pasar
del otro lado de la muerte
tan leve parecía.


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Poema El fulgor (i) - José Ángel Valente