Un hombre poda solo su viña que es su vida,
el páramo en su paz, la tarde tersa,
las colinas, las nubes de ceniza cernida,
la tierra que recuerda
hierba de ayer, ovejas que parecen
piedras de cal caídas
del cielo para enjalbegar la casa
como si hubiesen de volver las fiestas.
Un hombre solo, una columna de humo,
los sarmientos ardiendo y un avión
que subraya en el cielo con un tajo de rosas
todo lo que no hubo, ladra un perro
a lo lejos, los perros
ladran siempre a lo lejos, imagino
las hormigas dormidas debajo de la tierra,
el cielo adonde van las almas de los olmos,
la muerte que se sabe su papel de memoria
y ahora se llama invierno y arde y calla.
Un hombre hablando solo, y es su voz
una columna de humo derribada,
y se explica su vida como puede
mientras la poda, pudo ser feliz
y lo fue en días sueltos, y amó tanto
que ahora vive solo
encerrado en sus propios pensamientos
y se inventa la vida que ha tenido,
la que le queda, cae
la tarde y todo es sólo ya su sombra
y con la barza al hombro
cansado de podar y solo y último
vuelve mi padre que es de noche al pueblo.