El Abencerraje cuenta a don Rodrigo, camino de la prisión, después de la
Derrota, sus amores con Jarifa; en este fragmento de romance le refiere su
Juventud hasta que supo que la mora no era su hermana
Cuando yo nascí, cuitado,
Luego mi padre me envía
Para que criado fuese
En Cartama aquesa villa.
Encargárame al Alcaide,
Que mi padre lo tenía
Por grande amigo, y lo era,
Y en las obras parecía,
Pues con una hija sola
Me criaba y le servía.
Ella me llamaba hermano,
Yo a ella hermana mía;
Como hermanos muy amados
Pasábamos nuestra vida.
El amor entre los dos
Diferencia no hacía;
Como su hermano me amaba,
Yo por hermana tenía.
Tanto cresció en hermosura,
Que par a ella no había.
Vila una vez en la fuente
Que en nuestro jardín corría,
Peinándose los cabellos
Como oro de Alejandría.
A la hermosa Salmasis
En belleza parescía.
Dije: ?¡Oh, quién fuese Troco
Para estar cabe esta ninfa,
Sin jamás quitarme de ella,
Ni de noche ni de día!
Con su gracia y hermosura
Corriendo a mí se venía,
Y abrazándome me dijo:
?Ay, hermano de mi vida,
Decidme, ¿dónde venís,
Que yo buscado os había?
?Yo también a vos, hermana,
Que sin vos no hay alegría.
Pero vos ¿cómo sabéis
Que seáis hermana mía?
?Yo no más del grande amor
Que como hermano os tenía,
Y ver también que mi padre
Como sus hijos nos cría.
Otras mil cosas pasamos
Que el amor nos insistía.
Y como el tiempo descubre
Las cosas, yo supe un día
Como no era mi hermana,
Y holguéme en demasía […]