La abuela se fue muriendo
De olvido.
Se olvidó de sobrevivir.
Y a su corazón se le olvidó
Seguir latiendo
Después del último latido.
A la abuela se le fue olvidando
El significado de las palabras
Y hasta su propia voz olvidó
De qué forma salir.
Olvidó qué eran sus lágrimas o
Como abrir sus ojos transparentes.
Se le olvidó el dolor que duele
El dolor
O dar un paso tras el último
Paso dado.
Las cortezas de su cerebro
Se hicieron blandas e inútiles.
Al principio, cuando aún
Se acordaba de andar,
De cagarse encima
O llorar,
La abuela nos hacía mucho
Daño sin querer.
En las retinas lo guardo todo.
Mi madre, su hija, su madre,
Murió antes que ella.
Y nos dejó huérfanos a todos.
Y a ella.
Pero mi madre,
Se moría un poco,
Cada vez que la reñía
Por beberse una botella de lejía
O desnudarse en la calle
Como un bebé vagabundo.
Y la abuela, la que tanto miedo
Le hizo a mi vida,
Y tanto añoro,
La de la vida convulsa de hambres,
Niños muertos,
e hijos enfermos,
La de las palizas del abuelo
Que murió de un calambre
Por alcohólico, fascista o pobre loco,
Se fue muriendo en aquel sitio
Al que nunca tuve el valor de ir.
Y sé que la abuela murió
De olvido
Pero no olvidada.
Que sus huesos se plegaron
En posición fetal
Como un recién nacido famélico
Y listo para morir.
Hasta que se le olvidó de respirar
Después de la última respiración.
Y ese día, todos respiramos.
Para seguir respirando…