DÉbil ante la muerte y el olvido

Hace poco reconocí a una muchacha linda pero débil frente a la muerte y
el olvido. Me seguía infeliz. Quise ayudarla, se encerraba en su
cascarón de agua. Las pocas veces que asomó la mirada me dijo que la
muerte ya no viaja a caballo viene en el viento como si fuera un
remolino de arañas.

Se esconde porque ya no le quedan sino las manos y los pies para
ocultarse. Yo le hablé de los sonidos conque las montañas se alzan y se
ponen verdes y amarillas de azahares. Me repitió la misma historia de la
muerte y el caballo. Que ahora es viento, hombre impetuoso que le va
seduciendo la sangre.

Todos los días amanecía con los ojos en las venas de los antebrazos. Es
que sus manos se habían vuelto ocre para la vida.

Un día decidió colocar en su garganta dos campanas de bronce con un
tanto de estaño, para llamar a los ángeles. Y empezó a cantar como una
rosa se abre, suave. Hasta que su voz se fue haciendo recia… rompió
todos los hilos del viento.

A lo mejor termina como Luz Caraballo, calle arriba, calle abajo, de
Zumba a la Hoyada de Milla.


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Poema DÉbil ante la muerte y el olvido - María Luisa Lázaro