Asaltos tan rigurosos
Sufres sin desalentarte:
Dime, flaco corazón,
¿haste vuelto de diamante?
Entre esas llamas fogosas
Que te cercan y combaten,
Parece te tiene amor
Tan hecho a sus propiedades,
Que, cuando fuerte te quiere,
Fuerte eres e inexpugnable,
Y cuando de blanda cera,
Te derrites y deshaces.
Entre mortales heridas,
Y dolores desiguales,
De amor vives, y esa vida
Te alivia y te satisface.
Quéjaste en los accidentes
Y sientes su rigor grave,
No habiendo gloria en la tierra
Con quien gustes de trocarle.
Que sólo el vivir, muriendo
Porque no mueres, te aplace;
La libertad te atormenta
Y sirve de estrecha cárcel.
Y por oscuras mazmorras
Suspiras, y ausentes trances:
¡Oh, en cuán extraña cadena
Quiso Amor aprisionarte!