Nos patriam fugimus
Virgilio
Somos los que nos fuimos.
Somos los que no estamos.
Los que no estaban cuando ocurrió
ni se enteraron de que había ocurrido.
Somos los condenados a volver
por nuestra propia ida. Nuestros padres
no permitieron nunca que nos fuéramos
ni perdonaron el habernos ido.
De qué huimos no importa.
Somos los que nos fuimos para no irnos jamás.
Somos los que no estamos donde estamos.
Nos fuimos y dejamos, dejando que dejaran,
la habitación intacta. Cada vez
que regresamos es regazo y celda,
madriguera, sepulcro, soledad.
Huele a infancia podrida y a membrillo.
Volvemos para hacernos perdonar
el delito de ser
inocentes, la culpa de no estar.
La culpa es el peor de los delitos
y también el peor de los castigos.
Somos los prisioneros de su huida.
Huir nos encerró (aunque parecía
lo contrario, me acuerdo, parecía
lo contrario) en el vientre
de la aldea que un día abandonamos.
Los que nos fuimos somos
lo que no fuimos. Alguien,
un hermano o un hueco
que lleva nuestro nombre y vive en nuestro cuarto,
se quedó allí llevando
la vida que nosotros no quisimos.
Irse fue nuestro modo de quedarnos.
Irse fue nuestro modo de morir.
Somos los que nos fuimos.
Somos los que no somos.