Se incendia la Puerta de la madriguera
Donde estoy con mi neblina de color dorado
Blanqueando las paredes venenosas.
Cruzas la casa como una letanía:
Ni vemos tu figura rozar los objetos de arena
Ya para siempre dispersos por el mundo
Impalpable en el ojo del espía.
Es todo arder y en el combate
Se entierran los huesos del derrumbe,
Mi bastarda piedad a cambio de esperanza.
Con su plumaje a solas han fabricado un aliento
Volátil como el humo rojo subiendo por las venas.
Demacrados, levantan atavíos.
No practican amor: Son trogloditas masticando
/libélulas,
Un indicio exangue – así lo crees esta noche –
De la naturaleza en retirada.
Los cadáveres vuelven a cocinarse
Sobre fuego muy lento en las praderas
De este agobio nunca narrado.
Cuando la ingente lluvia se disuelve en los cristales,
Pienso con horror en los hombres.