Pacto infame, sacrílego
Con el Querub precito celebrara
Aquel que a un metal pálido
Primero dio valor inmerecido.
Lanzó del hondo báratro
El rey con mano avara el don funesto
Y al ver en ansia férvida
Arrojarse el mortal a devorarlo,
¡Ay! sonriose el pérfido,
¡Feroz sonrisa! y dijo: “El orbe es mío.”
Bañada en santas lágrimas
Con velo de dolor cubrió el semblante
La Virtud, y al Empireo
En alas vagarosas tendió el vuelo.
¿Qué de entonces los vínculos
Del Deudo y la Amistad? la sacrosanta
Fidelidad del tálamo?
La Fe del juramento? la Constancia
Burladora de déspotas?
¿Qué de entonces las leyes generosas
Del Honor, y en las bélicas
Lides el Entusiasmo de la Patria?
¡Prole sacra de Númenes!
Despareciste: solo, único el oro
De los hombres fue el ídolo;
Y a porfía en sus aras ofrecieron
Penas, trabajos ímprobos,
Simulada virtud, torpeza, crimen…
Sitibundos hidrópicos,
Cuanto más beben, más en sed se abrasan.
Ni mitigan el ávido
Furor cuantos mineros desde el suelo
Nebuloso del Anglia
A la mansión sonora de Adamástor
Y de las playas Índicas
A los campos de Luso deleitosos
La tierra oculta. Incógnitas
Regiones sueñas en su afán, las buscan
Y a merced de los rábidos
Vientos y embravecida mar incierta
Lanzan los vasos frágiles.
Tú viste ufana el temerario arrojo
De tus hijos ¡oh Hispania!
Tú de sus manos recibiste altiva
La corona de América…
¡Joya fatal! ¡jamás te ornara oh Madre!
Y en extranjeras márgenes
De tu seno arrancados no murieran
Por la flecha del Indio
Y ¡oh dolor! por la espada de Toledo
Tus malogrados jóvenes:
No en daño tuyo las peruanas sierras
En raudales mortíferos
Del ansiado metal ríos brotaran
Que tus campiñas ópimas
Convirtiendo cual lava abrasadora
En desiertas, en áridas,
Corrieron a engrasar extrañas gentes:
Y ¡oh! no fueras escarnio
De tus lejanos hijos, que abatida
Mirándote, en sus ánimos
Ingrato ardor de rebelión encienden
Y con sus manos ímpias
La diadema a tu sien arrebatando:
“Esta sola la mácula,”
Dicen, “borrar podrá que en nuestras frentes
“Vincularon los crímenes
“De nuestros padres: tú ya no eres digna.”
De los Pampas al México
Un clamor “¡Libertad!” fieros arrojan.
Y los odiosos vínculos
En insoldables trozos quebrantados
En las simas de Océano
Hunden ¡ay! que jamás sus presas vuelve.