Amores ilustres

YO también podría decir algo acerca de eso. Guardaos vuestras estrellas polares,
Vuestras interminables noches de amor, vuestras damas exquisitas, vuestras
Hembras calientes como una mañana por Nyangabulé. Tanto me da.
Acaso el amor sea el instante en que tiemblan dos cuerpos demorando
Derramarse el uno en el otro, los ojos en los ojos, la lengua en el secreto previo al
Desfallecimiento.
Su rostro no era hermoso y era persona de pocas palabras. Tenía desde
Noviembre no sé qué semilla en agua, y ayer, como quien dice, se convirtió en un
Tallo finísimo, imparable, en la alegría de la casa.
Tanto me río de lo que sobrevive al verano, que ya sé lo que es suficiente.


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Poema Amores ilustres - José Carlos Cataño