Entonces llegó el alado
y era su esplendor un despilfarro
los motores del Saturno
el destello del sol en un espejo
el vivo carmín de un lapiz labial
el deseo andante los celos vivaces
todo a la vez
Y las fieras se tendían en el suelo
como húsares heridos
Sólo Daniel podía verlo
Su mundo entero eso sí
se conmovía
Miró los Papas del pasado y el futuro
en sus coches contra balas
y las jugosas conchas de las muchachas
envueltas en jerseys
y hombres ranas
aferrados a sus snorkers
Parecía todo ensayado
uno de esos saltos
sin red
El ángel se levantó
en vertical ascenso
en un suave camisón de abuela
volando como goleta
hacia la nada
el lugar de donde vino
Vivirás entre las fieras
Daniel
es todo lo que dijo
Flamearon sus cabellos
y luego una sonrisa de consuelo
el gorro de una nube
el dulce gesto compasivo
como el nixtamalero al alba
borrado entre celajes el azul Caribe
Tal es en fin la indiferencia





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