En buen esquife tu afán madruga,
El firmamento luce arrebol;
Grata la linfa no tiene arruga;
La blanca vela roba en su fuga
Visos dorados al nuevo sol.
Pero prorrumpes en canturía
Que inculta y tosca mueve a llorar;
Oigo la ingenua melancolía
¡del que inseguro del pan del día
Surca y arrostra pérfido mar!
Tímida y mustia por los recelos
Tu mujercita dirá: – Señor,
Une las aguas, limpia los cielos;
Cuida y conduce, por los chicuelos,
¡la navecilla del pescador!