Como un ave del trópico recalaste en España
Y estalló el tiempo alegre de compartirlo todo:
Juventud, versos, vino, tristezas, esperanzas…
Tú me hablabas de Cuba. Pronunciabas su nombre
Y al punto se poblaban tus ojos de palmeras,
De mangles y de cielos rabiosamente azules,
De soles caribeños que iban fundiendo el plomo
De tus alas inquietas. Eras ave de paso
Que aguardaba el instante de reemprender el vuelo
Hacia tierras más próximas a tu Isla añorada.
Y al fin, se hizo el momento: con sólo tu equipaje
De versos acuñados en la lumbre española
Te fuiste mar adentro, buscando una cornisa,
Un balcón en el tiempo donde el sol de los días
Te trajera a diario la brisa encadenada
De tu Cuba cansada de alambradas y duelo;
Un balcón desde donde las recias baterías
De tus versos pudieran agrandarle la herida
Al tirano que escupe sombras de hedor y muerte
Sobre La Habana blanca. Salve poeta, amigo!
Pero no olvides nunca que acá en la vieja España
Un poema inconcluso sobrevive a los años
Esperando que un día, con las aves del trópico,
Vuelvas tú para darle al verso esa postrera
Estrofa inacabada: el abrazo fraterno
Que nos quedó pendiente después de tu partida.