Id en las alas del raudo céfiro,
Humildes versos, de las floridas
Vegas que diáfano fecunda el Arlas,
Adonde lento mi patrio río
Ve los alcázares de Mantua excelsa,
Id, y al ilustre Jovino, tanto
De vos amigo, caro a las Musas,
Para mí siempre numen benévolo,
Id, rudos versos, y veneradle;
Que nunca, o rápidas las horas vuelen,
O en larga ausencia viva remoto,
Olvida méritos suyos Inarco.
No, que mil veces su nombre presta
Voz a mi cítara, materia al verso,
Y al numen tímido llama celeste.
Yo le celebro, y al son armónico
Toda enmudece la selva umbría,
Por donde el Tajo plácidas ondas
Vierte, del árbol sacro a Minerva
La sien ceñida, flores y pámpanos.
Tal vez sus Ninfas girando en torno
Sonora espuma cándida rompen,
Del cuello apartan las hebras húmidas,
Y el pecho alzando de formas bellas,
Conmigo al ínclito varón aplauden;
Dando a los aires coros alegres,
Que el eco en grutas repite cóncavas.