Sabe a bosque la hora vespertina
En que navega el sol hacia el ocaso,
Cuando la tarde amarra como un lazo
A la noche que el día se encamina.
Sabe a fulgor de llama y trementina
La hora de la tarde que da el brazo
A este noctambulismo en que me abraso
Como un leño en el fuego que rechina.
Sabe la hora a tiempo detenido.
Sabe a silencio grave. Sabe a viento.
A fuego en la ceniza contenido.
Y sabe a fluir de vida y sentimiento
Que se desliza como un sol vencido
Con el ritmo solar del pensamiento.