Miras la noche

Miras la noche, bebes la copa de vino y extendiendo
nosferatu tus
brazos desesperados hacia el lóbrego cielo “te
amo-exclamas-te amo
Hacia la diáfana luna”.

La melodía de Schombert logra al fin
doblegarte e
ingresa en ti como una ola gigantesca, colosal, épica en tú cáustico
ser.

La mano del escritor deja la pluma, bota el cigarrillo
de los labios,
saca las manos del ordenador y se rompe exacta la
creación; una
lagrima negra se desliza por tu cadavérico y pálido
rostro,
pesado como él ultimo tramo de la noche, estéril como el inicio
prístino del amanecer.

Y la roja araña maligna entonces te grita ahora con voz aguda
desde el techo:
“Estás muerto nosferatu, estás muerto, no te engañes más, que
nunca volverás a
amar ”
y
el nosferatu lúcido, con cierta amargura sabia replegada
en su antigua humanidad responde:
“En los cuerpos inertes arácnida, existe el mayor
movimiento”.


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Poema Miras la noche - Leo Zelada